miércoles, 19 de marzo de 2014



VOLVER A PENSAR LA REALIDAD

Hemos desarrollado un miedo reverencial a pensar el conjunto de la realidad. No sé si ha sido la lectura de Kant, el efecto de la disolución de la metafísica de la filosofía analítica, o lo mas probable el influjo de la ideología tecnológico-científica del capitalismo tardío para el cual sólo existe aquello que puede ser manipulado técnicamente. No nos atrevemos ya a pensar directamente por la totalidad de lo real. Castamente respondemos que ya se ocupan de ello los científicos en sus ámbitos y no nos parece legítimo inmiscuirnos en estos temas. Preguntarnos por el origen de la realidad, o en qué consiste una inteligencia nos parece una herejía. Ya están para ello los físicos teóricos y los neurocientíficos (que son los nuevos gurús de la cultura científica moderna) que son los "legitimados para tratar estos temas". Kant aunque rompió con la tradición metafísica dogmática pensó que de alguna manera los seres humanos seguiríamos incurriendo en la misma. Creo que se equivocaba, pues los seres humanos de este siglo ya hace tiempo que han renunciado a cometer ese pecado y muy obedientes respetamos las lindes del conocimiento que nos han trazado. Por otra parte ya no podemos vislumbrar siquiera que existen problemas así. En algún lugar suponemos que existen científicos encargados del tema y que se ocupan diligentemente de esto.

En el fondo el problema puede residir en que hemos renunciado a unir placer y pensamiento. No me estoy refiriendo a la actual divulgación científica, que intenta unir diversión y conocimiento. No, ella es el reverso de una cultura que une pensamiento y trabajo. Siempre nos hacemos la idea de que pensamos para resolver un problema complicado, para resolver un problema técnico. Y así asociamos descanso con ausencia de pensamiento. Las brutales condiciones laborales agotan al individuo hasta el punto de sólo querer permanecer lo menos activo posible en el tiempo de ocio.


Por eso sería importante reunir otra vez placer y pensamiento. Y no me refiero precísamente a la divulgación científica. Al contrario me refiero al placer de volver de pensar a lo grande, a que la líbido invada el pensamiento. Quien lee alguno de los grandes creadores de sistemas filosóficos se da cuenta del enorme placer de la creación de esos grandes sistemas. Spinoza, Leibniz, Fichte, Schelling o el propio Hegel se encuentran entre ellos. También los grandes científicos están entre ellos.

A veces pienso que uno de los verdaderos enemigos del pensamiento es la verdad, o mejor dicho una determinada idea de la verdad. Nada hay más terrible para el pensamiento que la idea de que se ha alcanzado una verdadera descripción de la realidad. Lessing reclamaba a Dios la no verdad, por otro lado Nietzsche clamaba en contra de ella.

Pero repito, nos hemos vuelto muy juiciosos (y muy obedientes). Ante una ciencia bastante estúpida a veces casi prefiero las fantasías de astrólogos, ufólogos, espiritistas,... (al menos te dan la posibilidad de soñar durante un rato).

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