sábado, 1 de febrero de 2014




LA IRRACIONALIDAD SOCIAL Y EL CAPITALISMO TARDÍO

Creo que todas y todos hemos tenido la experiencia de lo absurdo de la forma en que está estructurada la sociedad. Explícitamente o implícitamente todos nos hemos hecho la pregunta: ¿Por qué es todo así cuando podría ser de otra manera? La irracionalidad de la sociedad en que vivimos no ha sido sin embargo vista de la misma manera. En el siglo XVIII, en la época de la Ilustración, la experiencia era que se tenía era que había una serie de instituciones de carácter político, moral y religioso que eran irracionales y que había que someterles a una crítica demoledora. La ciencia era la punta de lanza de esa crítica con una intención emancipatoria. La aplicación de la ciencia a la naturaleza y a la sociedad daría lugar a una sociedad libre en la que los grandes problemas del ser humano (pobreza, enfermedad , muerte e ignorancia) terminarían dando lugar a una humanidad feliz.
Dos siglos y medio después, viviendo como vivimos en una sociedad hipertecnificada todos sabemos que esto para nada es así. La utopía de los ilustrados parece una broma de mal gusto en un mundo en los que pobreza, enfermedad, muerte e ignorancia son lo habitual y dónde millones de mujeres y hombres pasan su vida sin acceder al menos a lo que podríamos llamar una vida "digna".

¿Por qué este fracaso? La respuesta parece clara: el capitalismo. Es cierto, nunca en la historia había aparecido un sistema tan irracional, tan injusto en el reparto de la riqueca y tan generador de sufrimiento como éste. Pero lo que quería apuntar es a una experiencia que de alguna manera todos hemos compartido. Pese a su obvia brutalidad, pese a su irracionalidad, el capitalismo está sorprendentemente arraigado en la mentalidad de la gente que incluso comprendiendo su caracter explotador mucha gente lo acepta y lo que es peor lo desea (cómo en las pintadas que aparecían en Latinoamérica con el mensaje "por favor, explotadnos".
Esta perplejidad que muchos de nosotros sentimos no es nueva. En realidad fue apareciendo en los ámbitos de la izquierda en los años veinte y treinta del pasado siglo. En aquella época tras la Revolución rusa de 1917 había grandes esperanzas de una extensión de la revolución a Europa. La crisis del capitalismo alimentó esas esperanzas un tanto ingenuas. El resultado fue la aparición de una reacción política completamente nueva, extraña y sumamente violenta, el fascismo. Los teóricos marxistas mas conscientes en vez de culpar al capitalismo y quedarse tan anchos, se comenzaron a preguntar que había en la teoría que no estaba dando el resultado esperado.
En aquellos años se estaba difundiendo con rapidez el psicoanálisis. A muchos marxistas les comenzó a atraer el psicoanálisis y explorar la posibilidad de una síntesis con el marxismos (ente ellos estaban psicoanalistas de izquierdas cómo W. Reich o E. Fromm y los marxistas de la Escuela de Francfort) atraídos por una rama de la psicología que daba mucha importancia a los aspectos irracionales. Pero una fusión de las dos corrientes era todo menos fácil. Freud era muy escéptico ante la posibilidad de una sociedad emancipada. Muchos de estos teóricos marxistas se contagiaron de este pesimismo, sobre todo cuando la revolución soviética colapso en los años treinta con Stalin dando lugar a un monstruoso estatalismo burocrático.
A estos teóricos les angustiaba observar como al enorme desarrollo de las fuerzas productivas no le seguía la emancipación del ser humano (en concreto hacían énfasis en la necesidad de la liberación respecto del trabajo). Nada les repugnaba más que el culto irracional al trabajo en la Unión Soviética. También mostraron su enorme preocupación por la capacidad de integración del capitalismo en EEUU (el fenómeno del consumismo). Estos autores (entre los cuales estaban Th. Adorno, M, Horkheimer y H. Marcuse) comenzaron a atacar la supuesta inocencia de la idea de producción tras la cual podían latir impulsos sumamente agresivos contra la naturaleza y los otros. Otra de las ideas que aportaron es la idea un tanto paradójica de la irracionalidad de la racionalidad occidental. Ellos veían cómo la racionalidad tecnológica se convertía en la ideología dominante en el capitalismo contemporáneo. Veían con alarma como los problemas políticos se trataban cómo problemas técnicos, que tenían que ser resueltos por los tecnócratas de turno sin preocupar la opinión de los ciudadanos y sin preocupar cuestiones como la de la justicia. Por otro lado la actitud de las personas se veía marcada por un productivismo absurdo y por una tendencia conformista, rayando en lo autoritario en lo político. La presencia en el imaginario coléctivo de la amenaza de un ataque nuclear por parte de la Unión soviética servía para cohesionar un sistema represivo. La presencia del enemigo era necesaria para la dominación y para mantener la irracionalidad colectiva (en esto hacia hincapié Marcuse).
Todas estas consideraciones servían para explicar cómo los individuos creyendo que se comportan de manera racional, siguen formas de comportamiento irracional. Esto es porque la estructura de fondo es sumamente irracional y ni la conciencia es inmune a esas estructuras de dominación. Por eso la tarea de una Teoría Crítica es desvelar las estructuras represivas que dominan la propia conciencia. Muchas veces estas estructuras represivas apareceran en determinados saberes (economía, psicología,..). Otras anidarán en obras del ámbito estético (Cine, novela, medios de comunicación,..) otros en el ámbito de lo religioso. Pero de lo que se trata es de reorientar la razón hacia la esfera de la emancipación, frente al dominio de la racionalidad científico técnica de hoy en día. 

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