sábado, 22 de febrero de 2014





LOS JÓVENES SON UN BUEN NEGOCIO

La teoría del salario en Marx, tal cómo sostenía éste en El Capital, sostiene que el salario tiene por tope mínimo lo que cuesta a los y las trabajadoras su reproducción como fuerza de trabajo, que es lo mismo que lo que se gastaría un trabajador o trabajadora medio para conseguir sus medios mínimos de vida. Es lógico que de ahí no pueda bajar, porque si no la mano de obra no podría reproducirse.

Pero de unas décadas hacia aquí viene verificándose algo sorprendente en los países desarrollo, el salario de los jóvenes no alcanza al salario mínimo de subsistencia. Esto requiere una serie de precisiones adicionales, en nuestra sociedad se consideran jóvenes los menores de 35 años. Eso significa que los menores de 35 años no suelen alcanzar el salario de subsistencia (en realidad en nuestro país el paro en estas franjas de edad llega a la mitad). Esto habría sorprendido al mismo Marx, pues, anteriormente se consideraba que a partir de los veinte años  los jóvenes podían formar una familia.



La adolescencia perpetua es un chollo para el capital pues supone que parte de los bienes necesarios para la supervivencia son aportados en realidad por la familia (en caso de que los jóvenes puedan trabajar) y en su totalidad cuando los jóvenes no trababajan (recordemos que el paro juvenil alcanza en nuestro país cerca del 55 por ciento). Esta situación se prolonga hasta los 35 años, incluso los cuarenta. El hecho de que la familia corra con la mayor parte de los gastos de manutención, permite a las empresas alcanzar unas tasas de explotación difícilmente alcanzable de otra manera.

Pagar por trabajar

El capital y su estado han ideado formas de explotación inéditas. A la reducción masiva de los sueldos se añaden los contratos de prácticas (muchas veces sin cotizaciones a la seguridad social), las becas en universidades,las empresas de trabajo temporal... Todo esto forma parte de la tramoya del negocio de extracción de plusvalía ya de una manera cuasi-gratuíta. Por otro lado las tasas de desempleo masivo y la enorme competitividad suponen una combinación explosiva para las trabajadoras y trabajadores comprendidos entre los 16 y los 35 años. Tengamos en cuenta que estamos entrando en el terreno ya de una franja de edad de personas con edad de formar familia. Dicho sea de una manera mas clara no es la juventud cronológica la que determina una serie de salarios u otros (lo que también sería injusto) sino que es la estructura de explotación del sistema laboral del capitalismo tardío la que configura la misma condición social. Los y las jóvenes dedican gran cantidad de tiempo en mejorar su preparación. Este proceso de inversión en la futura profesión llega a entrados los treinta años. Las repercusiones sociales, por ejemplo en la natalidad, son muy grandes. Y no olvidemos por otro lado que el margen de la empleabilidad (capitalista, por supuesto) se estrecha por el otro pues a partir de los cuarenta años comienzan a descender las posibilidades de empleo.

Se consuma la estafa

Las repercusiones socioculturales de esta situación son enormemente graves. A los jóvenes de este pais se les ha hecho creer la historia de su maravillosa condición. La dependencia al mismo tiempo del sistema capitalista y la familia coloca a las y los jóvenes bajo el doble dominio del capitalismo y del patriarcado. Esta doble dependencia (particularmente intensa en los países mediterráneos o con un fuerte componente cultural católico) aparece enmascarada en una serie de supuestas ventajas para las personas que se encuentran en la franja de edad de 18 a 35 años. Una supuesta vida feliz jalonada por largos fines de semana con la alegre y explosiva mezcla de alcohol, música, drogas y sexo. Viajes maravillosos de bajo coste con vuelos baratos en una compañía aérea de procedencia dudosa (mientras muchos padres, en la burguesía claro, viajan en una compañía de bandera y van a hoteles de tres estrellas mínimo). Festivales ecuménicos en zonas de playa escuchando a supuestos autores consagrados y durmiendo en la arena de la playa. Todo ello bajo la benevolente mirada de políticos, patrones, catedráticos,... que en el fondo sonríen porque ven lo que hay detrás de todo eso, esto es, nada. Toda esta tramoya de cultura de ocio esta hecha para ocultar una cosa, que a los hombres y mujeres comprendidos en esta franja de edad se les ha vetado no ya la propiedad de los medios de producción sino algo más básico, la posesión de sí mismos como fuerza de trabajo. Y con ésto la mínima posibilidad de establecer una vida autónoma. 

¿Qué hay en realidad detrás de todo ésto? Si se rasca un poco se ve lo que hay detrás, mucho trabajo inútil impuesto, mucho trabajo útil no pagado, una inestabilidad laboral y vital fortísima, la imposibilidad de acceso a niveles de consumo normales y la imposibilidad de intervención real en la cultura.

De esta "dolce vita" que viven los jóvenes hay muchos que sacan rendimiento. No creo en las generaciones como elemento central en la estructura social, pues creo que las clases sociales son las determinantes. En ese sentido confío en que las personas de generaciones mas mayores,pertenecientes a las clases trabajadoras o simplemente de buena voluntad no hagan el juego a los empresarios y políticos capitalistas (y en ese sentido sé que muchas personas son plenamente conscientes). Está en juego nada menos que la posibilidad para la gente más joven de poder estructurar una vida digna. Debemos ser conscientes de la tragedia que ha supuesto para mucha gente joven esta crisis (sin olvidar por supuesto). No hay que hacerse ilusiones, la tasa de paro actual es una espada de Damocles que pende sobre toda una generación. Si bien es cierto que en todas las franjas de edad hay gente amenazada, en ésta el riesgo es particularmente importante.


No hay comentarios:

Publicar un comentario