viernes, 18 de abril de 2014

EL CRISTIANISMO ANTE LA EMANCIPACIÓN

Recuerdo, hace alrededor de veinte años (o quizá algo mas), cuando el sacerdote brasileño Leonardo Boff, uno de los mas fuertes defensores de la Teología de la liberación (que defendía el compromiso de los cristianos con los movimientos populares, socialistas y antiimperialistas de América Latina), fue condenado por la Congregación para la doctrina de la fe (el brazo inquisitorial presidido por el cardenal Ratzinger) por la incorporación del marxismo en la elaboración teológica. Una de las cosas que me sorpredió fue que alguien (supongo algún periodista) le preguntó si había perdido la fe. El respondió secamente: "He perdido la esperanza que es peor que perder la fe". Recuerdo que a mi me dejó perplejo aquella respuesta. Yo entonces tenía unos quince años y andaba muy preocupado por el tema de la existencia o no de Dios, me pareció que el tema de la fe era mucho mas importante y bueno,puestos así, ¿qué más daba lo otro?. Pero con el tiempo me he comenzado a dar cuenta de lo terrible y serio de una frase así. Del hecho de perder la esperanza.

Estos días se celebra la pascua en la Iglesia Católica y otras iglesias cristianas (las iglesias ortodoxas la celebran según otro calendario). Millones de hombres y mujeres acudirán a las iglesias, si bien cada vez menos. Las encuestas señalan un descenso masivo de la práctica religiosa así como de la creencia en Dios en la gente mas joven. El clero por su lado continúa atrincherado en posiciones cada vez mas reaccionarias.  Posiciones absolutamente machistas, como la postura sobre el aborto o la exclusión de las mujeres del sacerdocio siguen siendo defendidas casi sin pestañear por los miembros mas relevantes de la iglesia (el mismo Papa). Por otro lado los grupos extraños de extrema derecha que pululan dentro de la iglesia (Opus Dei, Kikos,...) parecen estar convirtiéndose en la esperanza para la curia en lo que a futuros fieles se refiere. Pese a los gestos del actual Papa nada cambia en la impresión de que la Iglesia Católica sigue apostando por la reacción.


El precio que estan pagando por esta apuesta: la reducción a una posición cada vez más marginal. Los mismos representantes de la Iglesia Católica se sorprenderían hasta que punto está cayendo la importancia de la Iglesia Católica. Ya la gente mas joven piensa cada vez menos dentro de las coordenadas del cristianismo: se preocupan a todo caso de él  en tanto que ven las derivaciones políticas. Pero ven cada vez más la religión como un asunto a superar o ya superado.Ahora bien si la Iglesia ve en esto un problema acerca de quien va a llenar las iglesias en el futuro, que no se preocupen, grupos como los antes señalados lo harán.

El problema será otro: seguirán teniendo las iglesias llenas, pero con esta postura el cristianismo perderá influencia en la historia del mundo. Esta tendencia está cada vez mas marcada en la deriva cada vez mas interiorista del cristianismo. Desde ese punto de vista el cristianismo es visto como una doctrina de salvación personal. Entiendo que esa visión es un error y un error muy grave, que cuadra con las tendencias individualistas de la modernidad liberal y del capitalismo. No es así, el cristianismo es una religión con una clara vocación de intervenir en la historia de la humanidad en aras a la construcción progresiva de una civilización de justicia, libertad e igualdad  (lo que es denominado como reino de Dios o reinado de Dios). Si a alguien le molesta esta vocación intervencionista en la historia, ha de quedar claro que intervención en la historia no tiene nada que ver con el ejercicio del poder. La búsqueda del poder y su conservación es el hecho mas grave cometido por el cristianismo en sus dos milenios de existencia (con todo los sufrimientos inflingidos en forma de autoritarismo y de apoyo tanto a los poderes econónicos como a la dominación patriarcal). La tradición intervencionista no autoritaria le viene al Cristianismo de la tradición profética de lucha contra la injusticia, la violencia, los abusos del poder, la distribución injusta de los recursos económicos y la lucha por una sociedad regida por valores completamente diferentes. Esta tradición (en la que se encuadra Jesucristo) proyectará en un futuro utópico el cumplimiento definitivo de esa etapa de la humanidad (en el momento de la llegada del mesias o como se concibe ahora en la llamada "época mesiánica"). Es en los textos de Isaías, el profeta que vivió en el siglo VII antes de Cristo donde se ve a través de una serie de sobrecogedoras visiones la esperada sociedad futura. Señalaré dos textos, uno elocuentemente titulado la paz perpetua:

"Sucederá en días futuros que el monte de la Casa de Yahvé se afianzará en la cima de los montes, se alzará por encima de las colinas.Confluirán a él todas las naciones, acudirán pueblos numerosos (...) Pues de Sión saldrá la Ley, de Jerusalén la palabra de Yahvé. Juzgará entre las gentes, será árbitro de pueblos numerosos. Forjarán de sus espadas arados, de sus lanzas podaderas. No levantará espada nación contra nación, ni se ejercitarán más en la guerra" (Isaias, 5)

Mas adelante:

"Serán vecinos el lobo y el cordero, y el leopardo se echará con el cabrito. El novillo y el cachorro pacerán juntos, y un niño pequeño será su pastor (...). Nadie hará daño, nadie hará mal en todo mi santo Monte..." (Isaias, 11)

En estos textos se muestra la imagen de una humanidad reconciliada consigo misma (de ahí la imagen muy importante en la historia de la cultura de cambiar espadas por arados). Por otra parte aparece la visión de la reconciliación del ser humano con la naturaleza. De todas maneras hay que señalar para ser justos que el lenguaje de Isaías a veces es duro y acusa bastante el pertenecer a una sociedad patriarcal. Pero es de esta tradición de profetas de la que beberá Jesús de Nazaret que un momento dado señala a sus discípulos que ellos son la luz del mundo

El mandato es a mi entender claro. El cristianismo no debe atrincherarse a espaldas del mundo sino servir de referencia en el movimiento histórico. El problema es que nos hallamos ante una auténtica encrucijada histórica y no lo está haciendo. Por el contrario como vengo repitiendo a lo largo del artículo el cristianismo, al menos en su versión católica prefiere situarse en retaguardia. Se nos quiere vender que el nuevo Papa ha mostrado una sensibilidad diferente a algunos antecesores respecto a sus antecesores . Pero es que los problemas son de una tal envergadura que se necesita mucho más que un cambio de actitud. Las catástrofes medioambientales, el colapso energético, la crisis energética, las increíble escalada bélica que estamos viviendo, amenazan con generar verdaderas catástrofes humanitarias que pueden llevarse por delante la vida de millones de personas. La humanidad está entrando, y no es exageración, en una dinámica autodestructiva como nunca antes se había visto.

Ante esta situación ¿Cuanto tienen que esperar los dirigentes de las iglesias cristianas (por supuesto la católica también) a romper con el capitalismo? ¿Es que no ha quedado suficientemente probado que estamos ante una estructura criminal como nunca se había visto en la historia? ¿Qué les liga para no hacerlo?

Entiendo que es posible que ahora se refuerce el catolicismo reformista de izquierda. Pero insistir en la vía reformista puede ser colaborar en meter a la humanidad en una ratonera de la cual sea imposible salir. Por otro lado no pronunciarse sería cometer una irresponsabilidad histórica ante la cual es posible que ya no quede quien nos pueda pedir cuentas.

Sería ahora importante reabrir los procesos de diálogo entre el marxismo y el cristianismo (que ahora deberían abrirse a otras corrientes). Estos procesos que se dieron en los años sesenta y setenta y se interrumpieron en los ochenta cuando Juan Pablo II estaba en plena lucha contra el comunismo de Europa del Este y cuando desde el Vaticano se estaba erradicando todo lo referente a la "Teología de la liberación" en América Latina. La idea de este diálogo sería intentar buscar el suficiente potencial de entendimiento entre los sectores mas conscientes del cristianismo así como del socialismo (y obviamente otras corrientes que quisieran sumarse) para generar un polo de actuación práctica que ponga freno a esta barbarie.

Entiendo que esta reivindicación de diálogo entre religión y política pueda suscitar suspicacias, teniendo en cuenta lo que cuesta mantener una separación iglesia-estado y teniendo en cuenta las constantes intromisiones del ala mas reaccionaria de la Iglesia Católica en cuestiones como el aborto, el matrimonio homosexual,... Pero esto supone algo diferente, y desde luego no se pretende cuestionar la laicidad. Lo que intento y he intentado señalar es que en el cristianismo (y también en otras religiones) hay condensados una gran cantidad de elementos emancipatorios acerca de lo social. Influencia no es poder, el poder se ejerce verticalmente y esta ligado a la coacción, mientras que la influencia es horizontal y se ejerce comunicativamente. Hay que resaltar por otro lado que la colaboración entre los sectores del cristianismo latinoamericano mas comprometidos con la emancipación y los movimientos de izquierda es una realidad en América Latina, pese al hostigamiento de la jerarquía católica y lo que es peor frente a las bandas paramilitares (recuérdense los asesinatos por parte de los "escuadrones de la muerte" contra monseñor Romero o Ignacio Ellacuría por entender que el cristianismo exige ponerse del lado de los explotados). En definitiva es preciso aunar esfuerzos de todos los sectores políticos, religiosos y culturales en un gran frente que ponga fin a la barbarie capitalista.

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